¿Te sucede o te ha sucedido que te despiertas preocupado, te sientes cansado, agotado la mayor parte del día y con pocas ganas de ir a trabajar? ¿Sientes terror de ir al trabajo? ¿Aunque duermas el cansancio no desaparece?
En esta situación estás crónicamente exhausto, te sientes desapegado del trabajo y todo aquello que haces te parece ineficaz. En jerga técnica se dice que estas en “burnout”, que se define como síndrome de carácter emotivo de estrés profesional.
Puedes decir “necesito vacaciones”, pero no es que eso te lo solucione, eso sería lo mismo que si tuvieses un tumor en la cabeza y te tomases un analgésico, estarías mejor por un momento pero la enfermedad continuaría y no se resolvería con eso.
Cuando el trabajo se vuelve demasiado frustrante o seguir tus objetivos profesionales es vivido como algo inútil, te vuelves pesimista y como decía M. Selekman “depresión es pesimismo escrito en negrita.”
El problema aparece cuando una sobrecarga de trabajo, la presión económica o un ambiente competitivo (todos ellos agentes estresantes) se perciben de forma inconsciente como una amenaza y se empieza a tener sensación de incomodidad. Esta situación mantenida en el tiempo lleva a un estado de agotamiento que llega a provocar alteraciones funcionales disminuyendo la capacidad de respuesta.
Es un proceso progresivo que va en aumento y puede empezar con cambios psicológicos desde el descontento, la irritabilidad, hasta llegar a estallidos emocionales.
¿Qué es el síndrome de burnout desde la Terapia Breve?
El síndrome de “burnout” o síndrome del “trabajador quemado” se define como el trastorno asociado al estrés crónico en el trabajo, y figura en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un problema asociado al empleo o desempleo. Los expertos afirman que este síndrome afecta al 10% de los trabajadores.
Hoy en día es un síndrome que se puede observar en diferentes contextos y situaciones, y que va en aumento. Antes se hablaba simplemente de “agotamiento laboral” y se daba fundamentalmente en profesiones de contacto humano y dedicadas al cuidado de otros (médicos, enfermeras, profesores,…) pero actualmente este concepto se ha ampliado a otras profesiones que requieren gran demanda psicológica y se afirma que puede afectar a todas las personas que desempeñan profesiones que exigen entrega, idealismo y compromiso, y esto puede observarse también incluso en el contexto familiar.
Causas que pueden provocar este problema
Son muchas las situaciones que pueden influir para que se manifieste este síndrome. Las causas principales suelen ser exigencias excesivas que terminan originando tensiones.
De una parte podemos hablar de aquellas exigencias que están ligadas al propio individuo y son por tanto de tipo psicológico individual y aquí entra en juego la personalidad, la sensibilidad, el sentido de la responsabilidad… Normalmente son los trabajadores más responsables, los más eficaces y eficientes, sobre los que termina cayendo la sobrecarga de trabajo. Pero en ocasiones también depende de la estructura organizativa de la empresa.
¿Cuáles son los síntomas del desgaste profesional?
Los síntomas de desgaste profesional son tanto psíquicos como somáticos. Los psíquicos van desde el estado ansioso continuado, a un estado de humor depresivo y los somáticos pueden ser variados, ulceras provocadas por estrés, aumento presión arterial, dolor muscular, sensación continuada de cansancio….
Hay un cansancio físico, síntomas depresivos, pocas ganas de afrontar el trabajo, y dificultad para relacionarse con los demás.
Es un proceso que va creciendo de manera progresiva y si no se toman medidas para impedirlo la frustración comenzará a estar presente de forma constante y aparecerá un estado continuo de agotamiento.
¿Qué podemos hacer para prevenirlo?
Debemos tener claro el límite de nuestro propio rol dentro de la estructura de trabajo y el límite del propio estrés. Es decir, no empeñarse, no esforzarse allí donde no es posible, donde hay una sobre carga excesiva, y poner en prioridad el propio bienestar.
Si aceptamos todas las sobrecargas laborales, nos arriesgamos claramente a ponernos en una situación de burnout.
Es importantísimo reconocer y no traspasar los límites de las propias competencias y el propio rol en el trabajo y sobre todo huir de la perpetua disponibilidad, de anteponer las necesidades y voluntades de los demás a nosotros mismos.
Somos lo más importante de nuestras vidas y deberíamos anteponernos siempre. Hay que aceptar que no tenemos que llegar a todo, satisfacer a todos y resolverlo todo.
Debemos evitar correr más de lo que se debe o hacer más cosas de las que se pueden, son los principales factores causantes de esta dolencia.
Seguir trabajando en vacaciones, mirar el correo cuando es momento de relax, son comportamientos que te exponen al riesgo de padecer burnout, desconectarse de la red y concederse momentos de puro relax permite regenerar el cuerpo y la mente para volver al trabajo en forma, más productiva, creativa y eficaz.
Ten presente que correr tanto, no poner límites, aceptar todas las demandas, no es sinónimo de hacer muchas cosas, ni mucho menos de hacerlas bien.
5 Consejos para prevenir el burnout desde la Terapia Breve Estratégica
Para ello aquí van una sugerencias para prevenir este síndrome:
- Cultiva el optimismo.
El optimismo deriva de la historia que tu te cuentas a ti mismo, de cómo te explicas, te cuentas lo que te sucede. Debes saber que los pesimistas creen que los eventos negativos son permanentes en el tiempo y que penetran en las diferentes áreas de la vida, mientras que los optimistas conocen bien sus limitaciones, se centran en sus posibilidades y ven siempre una oportunidad para alcanzar las metas que se proponen. - Practica la asertividad.
Establece una buena relación comunicacional, sin discutir pero defendiendo tus convicciones sin someterte a la voluntad de los demás. Es fundamental encontrar el verdadero significado del trabajo que estás realizando y no auto engañarse con las expectativas respecto a la actividad laboral. - Amplia las relaciones sociales.
Cuando alguien dice “tengo tanto trabajo que no puedo dedicarme a nada más”, eso no es ir en buena dirección. Las personas que mejor gestionan el estrés son aquellas que cuando las cosas se vuelven difíciles aumentan su dimensión social. Justo lo contrario de lo que hace la gran mayoría. Es fundamental mantener la red de amigos y familiares. - Apuesta por tu calidad de vida
Es importante hacer ejercicio regularmente para regular la hormona del estrés, comer bien y dormir entre 7 y 8 horas, y sobre todo tener tiempo libre para uno mismo. - Habla y pide ayuda
Dirigirse a un psicoterapeuta y hablar del malestar, de lo que te sucede, no mantener esta situación en el silencio ni en ti mismo, de manera que te lleve a un estrés crónico. Es importante hablar y saber pedir ayuda porque las somatizaciones son fruto de “aguantarse” desde un punto de vista emotivo.
En nuestro centro de Terapia Breve Estratégica, te ayudaremos y te daremos herramientas tanto para prevenir situaciones que te puedan llevar a padecer este síndrome, como para gestionar la ansiedad y el estrés, adquirir una actitud asertiva y reconocer dónde están esos límites para no ponerte en riesgo y recuperar así tu propio bienestar.
Blanca Díaz Echániz. Psicóloga especialista en trauma del Centro de Terapia Breve Estratégica de Barcelona