En estos momentos si de algo se habla es de la posibilidad de vacunarse para poder inmunizarnos y hacer frente a esta terrible pandemia. Dejando a un lado los diferentes puntos de vista y debates que pueda generar la efectividad o seguridad de la vacunación del covid-19, lo que sí sabemos es que para su administración se necesita una jeringuilla. Este trámite puede significar para algunos un hecho de lo más normal, para otros un momento más o menos de angustia. En cambio, la vacuna del Covid-19 para aquellos sujetos que padecen fobia a las agujas o a la sangre puede convertirse en una auténtica pesadilla.
Una fobia será más o menos incapacitante según sea su frecuencia de aparición o su impacto en la vida de la persona que lo padece. Si por ejemplo alguien tiene pánico a una serpiente, el problema será menor o nulo que aquel que teme a los espacios cerrados. El miedo patológico a las agujas y a la sangre puede representar un problema con consecuencias de diversa consideración para la salud de la persona que lo padece.
Síntomas de tener una fobia a las agujas y a la sangre
Estas personas viven un auténtico calvario cuando tienen que exponerse a las situaciones temidas. Son personas que temen aquello que paradójicamente las sana. La fobia a las agujas o a la sangre puede manifestarse con palpitaciones, temblores, sudoración y palidez, entre otros, o con comportamiento ansioso por el cual llegan a excusarse. La ansiedad puede llegar a provocar ataques de pánico incluso el desmayo, es lo que se conoce como síncope vasovagal.
Claves para solucionar la fobia a las agujas y a la sangre
Para solucionar está fobia es muy importante que sepas ante todo qué te hace empeorar más el problema y que, por lo tanto, en la medida de lo posible, deberías de dejar de hacer.
- Miedo evitado, miedo aumentado
- Aplazar exponerse al miedo debilita
- Pensar en no pensar ya es pensar
- El exceso de control hace perder el control
- La búsqueda de protección en otros confirma la incapacidad
- “El hombre que teme sufrir sufre ya aquello que teme” como dijo Michel de Montaigne
- Cuando un problema hablado no se soluciona empeora.
La principal respuesta de una persona que teme a la sangre y a las agujas es evitar las situaciones o el contacto con el objeto temido. Hay personas que no pueden ver sangre o una jeringuilla o ninguna de las dos, algunas ni si quiera en imágenes, otros que no pueden acercarse o estar en contacto con una aguja y menos aún someterse a pruebas diagnósticas como análisis o visitar centros médicos.
Parecido a evitar es el acto de aplazar. En este caso, la persona pone excusas diciendo: “ya lo haré o ya pediré hora que ahora voy a tope de trabajo”. De modo que a medida que pospone el
pinchazo o hacerse un análisis el virus de la debilidad aumenta su incapacidad a actuar de forma voluntaria.
Intentar no pensar en que tienes que hacerte un análisis, o intentar pensar en positivo para relajarte o sentir que no pasa nada, aumenta tu ansiedad.
Cuando no queda más remedio que ir a hacerse un análisis o algún tratamiento con jeringuillas o material quirúrgico la persona fóbica intentará relajarse y controlar sus síntomas como por
ejemplo la respiración y controlar para no marearse y encontrase bien. Y ese exceso de control paradójicamente le hará perder más el control.
La persona que tiene miedo a las agujas o a ver sangre las intenta evitar a toda costa pero, si por obligación debe de afrontar siempre, pide ir acompañado de alguien de su entorno. Buscar
la protección y el apoyo en los demás solo acabará incrementando la creencia de que tiene un problema y aumentará su sentimiento de incapacidad para gestionar la situación.
Prevenir a los demás y a los profesionales de la salud de la fobia que se padece para controlar ser atendido de una manera especial son diferentes acciones que puede llevar a cabo la persona para evitar la ansiedad. Esta maniobra, la gran mayoría de veces empeora la ansiedad.
Hay personas que hablan continuamente de su problema y explican lo mal que lo pasan buscando la seguridad que no encuentran en su entorno. De este modo, al hablarlo le dan más espacio y presencia en su vida sintiéndose más frustrados e inseguros. En otros casos, hay personas que evitan hablar de su miedo y buscan excusas precisamente para justificar su comportamiento y evitar oír, una vez más, que han de afrontar su problema.
Tratamiento para superar la fobia a la sangre y a las agujas
Para el tratamiento de esta fobia se usan diferentes técnicas. Algunas de ellas son:
La prescripción del síntoma
Se pide a la persona fóbica que imagine sus peores pesadillas. Si su intento ha sido no tener miedo le pedimos que intente provocarse el miedo voluntariamente visualizando sus peores fantasías. En sesión acordamos con la persona cómo debe realizar el entrenamiento.
Siempre adaptándonos al escenario temido por la persona le decimos; “lo que te voy a pedir ahora es una tarea que te puede parecer un poco extraña e incluso absurda. Cada día, a la misma hora te aislarás en una habitación, te acuestas o te sientas… Lo que prefieras… y durante este tiempo te esforzarás voluntariamente en evocar tus peores fantasías dejando que tu mente piense las cosas que más te asustan. Imagina que estás en una camilla de un hospital que estás sangrando y tienes una vía puesta y tienen que pincharte varias veces y provócate la ansiedad, como tiemblas, te mareas, y te desmayas… SI necesitas llorar, gritar, patalear puedes hacerlo. Tan pronto como suene la alarma ¡STOP! La paras, suspende el ejercicio, dejas los pensamientos y las sensaciones que te has provocado, sales de la habitación, te lavas la cara y continuas con tu vida.
Cuando la persona ya ha experimentado el efecto que produce el ir a buscar sus peores miedos y pesadillas se procede con el afrontamiento como se indica a continuación.
La aproximación progresiva personalizada
Cada persona es única, por ello la terapia breve estratégica confecciona un tratamiento específico para cada caso concreto.
Por ejemplo; en el caso de una persona que ni si quiera es capaz de mirar una jeringuilla se le pautaría un acercamiento progresivo a esta con la ayuda de la técnica de la peor fantasía. Un primer acercamiento podría ser mirar imágenes de jeringuillas con o sin sangre según el caso. El paso siguiente será aproximarse a la jeringuilla primero sin aguja y más adelante con aguja hasta ponerla en contacto con su piel. Así se acompaña a la persona en este proceso para que, paso a paso, vaya afrontando sus miedos de menos a más.
Es el momento de inmunizarte a tus fantasmas
Fernando Pessoa decía: “Llevas encima todas las heridas de las batallas evitadas” y es que cada evitación, cada aplazamiento y cada excusa marcan tu piel para siempre. Si crees que padeces fobia a las agujas, o puedes llegar a evitar recibir la vacuna al covid-19 por miedo o evitas recibir tratamiento médico pide ayuda psicológica.
Sonia Sendra. Psicóloga especialista en trastornos de ansiedad en Barcelona del Centro de Terapia Breve Estratégica.