Después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida. Mario Benedetti
De lo único que no nos salvaremos en esta vida es de la muerte. Y si nuestra vida es larga tampoco nos liberaremos de padecer diferentes duelos de personas queridas. La muerte es irremediable e irreversible. Entonces, ¿por qué vivir de espaldas a ella? La vida es muerte y la muerte es vida. Octavio Paz, Premio Nobel de literatura en 1990 lo verbalizaba así: “Una civilización que niega la muerte, acaba por negar la vida” O el también el reconocido escritor austríaco Stefen Zweig lo expresaba de esta forma tan clara: “No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre”.
Yo soy de las que predico que hay que enseñar la vida desde pequeños. Ir explicando todos los procesos de vida con el lenguaje que ellos puedan comprender. Sin ocultarles las emociones básicas como el dolor y el miedo y decirles que las tienen que experimentar para vivir la vida en su totalidad. Deben de saber que existen a través de nosotros los adultos. Somos sus ejemplos a seguir y qué mejor que enseñarles que cuando perdemos a alguien sentimos profundamente -aunque no desesperadamente- tristeza, dolor, rabia y miedo.
Ciertas personas, por miedo a morirse o a que les pueda pasar algo a los de su entorno, hacen diferentes maniobras para prevenir o protegerse de ese miedo que, en vez de ayudarles, podrían acabar construyéndoles un problema. Pensad los casos de hipocondría, de ansiedad, ciertas fobias, ciertos casos de Trastornos obsesivos compulsivos que deben de hacer ciertos rituales mágicos para propiciar que no pase nada malo, etc.
¿Y cuál creéis que es la solución intentada principal de la sociedad para sobrellevar nuestra última etapa vital? Se basa en la lógica de la creencia, en creer en algo. Para algunos será creer en un Dios, para otros en la reencarnación, la energía, etc.
Y sí, es verdad que las personas que tienen esas creencias sobrellevan mucho mejor las pérdidas de los otros e incluso la idea de su propia muerte. El poder de la creencia es milagroso. Pero creas o no creas en algo, el dolor, más o intenso o menos, estará allí e igualmente te lo encontrarás y lo deberás de gestionar.
¿Cuándo y cómo podemos detectar un duelo patológico?
El poeta francés Alphonse Lamartine hablaría de duelo patológico: “cuando en un mismo ataúd se encierran dos corazones.”
Hablamos de duelo complicado si desgraciadamente el sujeto no acepta la pérdida, la niega o por el contrario no consigue distanciarse de la persona fallecida.
Algunos de los síntomas que pueden sufrir, aunque no tienen por qué ser todos, son:
- Predominan los sentimientos de soledad, de mucha tristeza, de ira y culpa ( ej, Culparse por no haber hecho lo suficiente para impedir la muerte o no haberlo ayudado o acompañado lo suficiente.
Sentimientos de culpa por estar vivo y disfrutar de las cosas) a pesar del paso de los meses. Por esa razón, pueden empezar a evitar todo aquello que le recuerde a la persona fallecida como por ejemplo acomodar la ropa, fotos, hablar sobre él/ella. Evitan hacer actividades o cosas que les recuerden al difunto o incluso dejan de ver a las personas de su entorno que les recuerdan a quién ya no está.
- Tienen recuerdos o imágenes intrusivas acerca de la persona, de las circunstancias en que falleció, o bien sobre el cuerpo de la persona fallecida que le impiden reanudar su día a día. Y no se trata de un Trastorno por estrés postraumático.
- Buscan o tienen deseos intensos de encontrarse con la persona fallecida o quieren ser como ésta era, imitándola.
- Se sienten aislados o se mantienen distantes respecto de sus familiares o amigos.
- Pueden volverse más desconfiados y suspicaces tras la muerte de una persona cercana.
- Por momentos pueden sentir que ven o escuchan a la persona fallecida.
- Mantienen la idea de que continuar con la vida de uno mismo implica un sentimiento de abandono o traición a la persona querida.
¿Cuándo ir a un psicólogo por una pérdida?
Desde nuestro punto de vista, debe irse al psicólogo por una pérdida siempre que uno quiera un acompañamiento profesional para ir atravesando el dolor. Es importante saber que el paso del tiempo, reactivar la vida cotidiana (trabajo, aficiones…), disponer de apoyo familiar y social ayudan a sobrellevar la situación.
Y sobre todo es necesario que se acuda a un psicoterapeuta, y realizar un tratamiento del duelo, cuando la persona no consigue recuperar la calidad del sueño o el apetito, están irritables e irascibles, con un sufrimiento constante, se aíslan socialmente. Les cuesta afrontar los quehaceres de la vida diaria para, en su lugar, refugiarse en conductas dañinas para ellos (comer compulsivamente, drogarse, automedicarse, etc). En resumen, se trata de personas desbordadas por el sufrimiento.
¿Cómo es una terapia de duelo?
Desde la Terapia Breve Estratégica del psicólogo Giorgio Nardone realizamos tratamientos de duelo, como para todo tipo de traumas. Para explicaros cómo superar un duelo con nuestra metodología creo que lo mejor es presentaros un caso real que traté. Es el caso de Roser: una mujer de 55 años con tres hijos de 16, 12 y 8 años. Se presentó a mi consulta porque su marido falleció de forma súbita mientras jugaba un partido decisivo de liga de balonmano. En su muerte, estuvieron presentes toda la familia que, sin nada que poder hacer, vieron desvanecer a su ser querido. Ella acude a la consulta porque el dolor le rompe por dentro y siente que no puede tirar adelante su vida.
Mi diálogo con ella fue el siguiente:
Roser quiero ser muy franca contigo, de lo contrario, me sentiría muy mal. No existe nada que te cure lo que tienes. No existe ninguna medicina, ningún tratamiento, ninguna terapia que te cure este dolor. Porque la única solución para solucionarlo es que te devolviéramos a tu marido y eso no lo podemos hacer. Lo único en que te puedo ayudar es en hacer decantar este dolor, darte herramientas para que vaya fluyendo y no se estanque.
Como te he comentado, no podemos devolverte a tu marido, pero te podemos ayudar a que permanezca vivo en tu vida y en vuestros corazones a través del recuerdo. A veces sucede que quienes no tienen el coraje de sufrir en estos momentos, es decir, de trabajarse bien el duelo, después, cuando ya se sienten mejor, es una pena comprobar que el ser querido no solo no está físicamente sino que también se ha borrado mucho de su memoria… Y esto es lo más triste que existe. Que él muera en vuestro corazón y memoria.
Después de una conversación de este tipo, donde el cambio emotivo lo habremos conseguido, seguí prescribiéndole:
Desde hoy hasta que nos volvamos a ver, cada día busca un tiempo mínimo de media hora para irte a una habitación donde no pueda molestarte nadie. Allí quiero que te pongas cómoda, si te quieres tumbar, poner la luz de una forma especial… Una vez estés preparada quiero que empieces a recordar momentos vividos junto a él, los que te vengan, recuérdalos sin miedo a sufrir. Si tienes que llorar, llora; si tienes que chillar, chilla… Atraviesa ese dolor para poder salir fuera de él. Si, por ejemplo, empiezas a recordar vuestras vacaciones de verano intenta esforzarte en recordar todas ellas hasta llegar a construir un cuadro o varios cuadros de recuerdos con las distintas imágenes representativas que te ayuden a recordar. Es decir, configura un cuadro de recuerdo con diferentes elementos para que solo visualizándolo te ayude a recordar lo vivido con él. Sigue recordando y creando diferentes cuadros de las situaciones vividas en vuestra trayectoria juntos. Haz una bella galería de recuerdos. Puedes poner tanto cuadros bonitos, como algunos no tan bonitos porque así es la vida. Llena de contrastes, donde tiene que haber tanto cuadros de colores vivos como cuadros de colores negros y oscuros. Haz esto durante varias semanas hasta que nos veamos de nuevo.
Cuando la paciente ya configuró toda su Galería de Recuerdos de su vida con su marido, le indicamos que la debía de visitar X días a la semana, y luego cada vez le indicamos que la fuera visitando por menos tiempo. Hasta llegar a prescribirle que, como mínimo, debía visitar una vez al año esa galería para trabajar el recuerdo, para hacer el mantenimiento de esos cuadros, para reparar los pequeños olvidos que el paso del tiempo puede ocasionar.
Y es que como decía Cicerón: “ La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. Así que mantengámoslos vivos!
Júlia Pascual Guiteras. Psicóloga en Barcelona del Centro de Terapia Breve Estratégica.