El Acoso Escolar desde la Terapia Breve Estratégica

acoso escolar

 

“Un día el miedo cerró la puerta. El coraje se levantó y la abrió, y allí no había nadie”. Martin Luther King

 

En mi consulta son numerosas las víctimas de acoso escolar que acuden para pedir ayuda. Son niños, niñas, preadolescentes y adolescentes dañados emocionalmente por las acciones de uno o varios alumnos que los humillan, ridiculizan, les hacen bromas, el vacío, les insultan y en algunos casos les agreden verbal y físicamente.

Según el Ministerio de Educación 4 alumnos de cada 100 sufren bullying, por otro lado, la Organización Mundial de la Salud indica que mundialmente de 600 mil adolescentes (entre 14-28 años de edad) que se suicidan la mitad de esta cifra guardarían relación con una situación de acoso escolar. Con estos datos queda claro que ya no se puede banalizar esta cuestión y decir que sólo son cosas de niños. Quien lo sufre aparte de influirle negativamente a nivel académico y socialmente le daña psicológicamente. Y si no consigue superarlo y gestionarlo será una herida emocional para toda su vida.

¿A qué le llamamos acoso escolar?

A cuando una persona percibe que un compañero o diversos le realizan una persecución o daño físico y psicológico de forma reiterada en el tiempo.  Se crea un círculo vicioso donde el agresor no puede dejar de expulsar su ira, odio y malestar sobre la víctima, y está última no puede dejar de intentar huir, refugiarse, quejarse y aislarse. En definitiva, tampoco puede salir de su rol.

Cuando se da este fenómeno aparecen tres protagonistas: el agresor, la víctima y los espectadores. Los tres son importantes, también los observadores porque si ellos se opusieran por completo a las persecuciones del agresor éste dejaría de hacer su rol. En cambio, mientras no lo hagan son cómplices del problema.

Por desgracia, en la actualidad, el acoso no termina al llegar a casa, sino que a través del cyberbullying este puede seguir a través del teléfono, ordenador y por las redes sociales.

En la actualidad, por culpa del cyberbullying el acoso escolar no termina al llegar a casa

Por ejemplo, recuerdo el caso de Pablo. Él llevaba 1 mes sin ir al colegio. Se presentó cabizbajo, totalmente encogido, sin poder mirarme a los ojos y apenas podía hablarme. Llevaba tanto tiempo sufriendo acoso que había desarrollado una fobia social muy invalidante. El adolescente se había creído que cualquier persona, tanto jóvenes o adultos, le podíamos hacer daño. Para él vivir así no valía la pena.

¿Quién puede ser víctima de bullying?

Hay factores de riesgo como la identidad u orientación sexual, o bien ser de diferente cultura o tener algún defecto físico. Pero aun así cualquier persona puede ser víctima de bullying tan solo lo debe de elegir el acosador.

¿Cómo se construye el acoso?

Como apuntaba antes sólo se instalará el acoso si la víctima se instala en el tiempo en posición de víctima. Lo curioso es que el rol de víctima se crea paradójicamente a través de soluciones que intentan para salir del problema que no funcionan. ¿Y cuáles son algunas de esas soluciones?

  1. Evitar el contacto físico y ocular con los compañeros: es decir se aíslan socialmente para evitar que los demás les hagan daño. Pero haciendo esto se desprotegen y se ponen en más peligro porque no pueden ver lo que les puede pasar. Por otro lado, su miedo y desconfianza de que les hagan daño al no mirar a los alumnos, ese miedo no disminuye sino que aumenta, así como la sensación de que más gente puede estar metiéndose con ellos.
  2. Quejarse a los profesores para que castiguen a los agresores: esta es una de las primeras soluciones que rápidamente se dan cuenta de que no solo no sirven, sino que les puede poner en más peligro. Porque una vez los acosadores han sido castigados, luego tendrán más ganas de vengarse, y encima procuraran hacerlo en un sitio donde no sean vistos por los maestros.
  3. No hablarlo y sufrirlo en silencio: cuando ven que la segunda solución no provoca ninguna mejora de la situación se encierran también a nivel comunicativo. Esto hace que empeore su sufrimiento emocional ya que al no exteriorizar su malestar la creencia de que son todo lo negativo que le dice su “bullo” aumenta.
  4. Querer cambiar de colegio: esta es una propuesta de solución que puede ser hecha tanto por el joven como muchas veces por los padres. Los estudios han demostrado que las víctimas que cambian del colegio, sin antes haber aprendido a gestionar y afrontar la situación, es decir, haber conseguido liberarse de la situación de acoso, cuando van a otro colegio la pesadilla se repite pero con otros protagonistas.

¿Cómo los padres pueden darse cuenta que su hijo sufre acoso escolar?

Hemos de tener presente que hay la víctima que contará lo que le sucede, en cambio otros que no lo harán por vergüenza, miedos, desconfianzas… En esos casos hemos de estar más atentos a las señales:

Cuando el niño no quiere ir al cole, se queja de dolores de estómago, de cabeza o dolencias que no tienen una explicación física concreta el día antes o por la mañana antes de ir a escuela. Es decir, cuando vuestro hijo padezca dolencias o enfermedades psicosomáticas.

También se debe de estar atento si observamos aislamiento social, baja autoestima, cambios bruscos en el estado de ánimo (sobretodo irritabilidad), problemas con la alimentación, uso abusivo de las tecnologías (ordenador, teléfono, videojuegos).

El aislamiento social y las dolencias sin explicación pueden se síntomas de bullying.

¿Cómo  los padres pueden ayudar?

Favoreciendo la comunicación y el trabajo entre la escuela, su hijo y otros padres.

Con su hijo es fundamental que intenten promover la comunicación. Cuando explique las situaciones de agresión física o verbal no las pongan en duda, ni las banalicen.

Que eviten aconsejar a sus hij@s que pasen de su o sus  agresor/es, porque uno no puede no hacer nada ante la violencia, e intentar huir los hace más débiles e víctimas. Y tampoco que recomienden el “ojo por ojo, diente por diente” porque si se intenta combatir la violencia con violencia genera más de ésta. Por ello, una de las ideas de forma muy genérica para ayudar a su hijo es enseñarle a través de la comunicación no verbal (postura del cuerpo, mirada, tono de voz, etc) y comunicación verbal enfrentarse con coraje, serenidad y compasión. Transmitiéndole sutilmente al agresor: yo no soy tu presa.

 

¿Qué ayuda necesitará?

Por último, es importante que los padres lleven a sus hijos a un psicólogo infantil especialista en el tema porque no es suficiente con el psicólogo o psicopedagogo escolar. Desde nuestro centro de psicología Júlia Pascual y aplicando la  Terapia Breve Estratégica de Barcelona hemos tratado cientos de casos con éxito. Desde nuestra experiencia podemos afirmar que el tratamiento resulta mucho más eficaz si se trabaja con la víctima y su familia que no con el agresor.

El proceso psicoterapéutico consistirá en fortalecer emocionalmente a la víctima y dotarle de herramientas para que se enfrente a su agresor para que este se dé cuenta que con él ya no puede. Por otro lado, se trabaja las heridas del acoso, el trauma, es decir, el trastorno por estrés postraumático, así como su cuadro ansioso-depresivo que presente y sus sentimientos de rabia e impotencia.

Por otro lado, es importante que los padres potencien la sociabilidad de su hijo o hija. Así como, se recomienda que hagan un deporte extraescolar. Para estos casos llevarlo hacer artes marciales puede ser una idea maravillosa.

 

Júlia Pascual Guiteras

Psicóloga en Barcelona. Psicoterapeuta Oficial del Centro de Terapia Breve Estratégica de Giorgio Nardone