Cuando la verdad llega después del adiós. A veces el duelo se complica no solo por la pérdida, sino por todo lo que se descubre después.
Hay hijos que, tras la muerte de su madre o de su padre, se enfrentan a un hallazgo inesperado: cartas, fotografías o testimonios que revelan una historia completamente diferente a la que habían creído durante toda su vida.
En muchos de estos casos hay detrás una dinámica de alienación parental, es decir, cuando uno de los progenitores ha manipulado la percepción del hijo hacia el otro, distorsionando su imagen y generando rechazo, culpa o desconfianza.
Cuando esa figura fallece y la verdad empieza a emerger, el hijo se encuentra ante un duelo doble: la pérdida del ser querido y la pérdida de la historia que creía verdadera.
Los síntomas del duelo por alienación parental
Este tipo de duelo suele ir acompañado de una mezcla emocional intensa:
- Culpa por no haber visto antes la manipulación.
- Rabia hacia quien distorsionó la verdad.
- Tristeza profunda por la relación que nunca pudo ser.
- Vergüenza por haber participado —aunque sin saberlo— en el rechazo.
- Confusión entre el amor, el rencor y la necesidad de reparar.
La persona se queda atrapada entre el pasado y el presente, reviviendo lo que ya no puede cambiar y sin saber cómo avanzar. El resultado suele ser un duelo bloqueado, donde la mente busca comprender mientras el corazón no logra aceptar.
Comportamiento alienante: cuando el poder se disfraza de amor
En muchos casos de síndrome de alienación parental hay un miembro de la familia con rasgos narcisistas que utiliza la manipulación, el control o el victimismo para mantener su poder dentro del sistema familiar.
No siempre se trata del padre o la madre. A veces son suegros, cuñados o familiares tóxicos que, por celos, rivalidad o necesidad de dominio, intervienen en la relación entre padres e hijos, creando divisiones sutiles pero devastadoras.
Estas dinámicas son una forma de violencia psicológica encubierta, y pueden dejar huellas emocionales muy profundas en los hijos. Sobre este tipo de patrones relacionales profundizo en mi libro Los narcisistas y tú, donde exploro cómo identificar, comprender y liberarse de los vínculos narcisistas.
Cómo abordar este tipo de duelo desde la TBE
Desde la Terapia Breve Estratégica, entendemos que el sufrimiento se mantiene no tanto por lo que ocurrió, sino por cómo la persona sigue relacionándose con esa historia. Por eso, el objetivo no es revivir el pasado, sino transformar la manera en que se experimenta en el presente.
Algunas claves de intervención en estos casos son:
- Romper el círculo de la culpa: La culpa inmoviliza. Se trabaja para sustituirla por responsabilidad emocional, ayudando al paciente a comprender que actuó con la información que tenía y que hoy puede reparar desde otra posición.
- Integrar la verdad sin caer en el blanco o negro: El objetivo no es sustituir una versión por otra, sino integrar la complejidad: reconocer tanto el daño como el amor, sin necesidad de idealizar ni demonizar.
- Dar un cierre simbólico a la relación perdida: Cuando ya no se puede hablar con el progenitor, se utilizan rituales reparadores: escribirle una carta, realizar un gesto simbólico o crear un espacio íntimo donde expresar lo no dicho.
- Detener el pensamiento rumiativo: Se interviene sobre los bucles mentales del tipo “¿Y si me hubiera dado cuenta antes?” mediante estrategias específicas que rompen la repetición del pensamiento y facilitan la aceptación.
- Transformar el dolor en aprendizaje relacional: Comprender cómo se ha sido manipulado ayuda a no repetir vínculos tóxicos en el presente. El dolor, bien elaborado, se convierte en sabiduría emocional.
Reconciliarse con la verdad
El proceso de sanar tras descubrir una historia distorsionada no depende del tiempo, sino de la mirada que construimos sobre el pasado.
Reconciliarse con la verdad no significa justificar, sino comprender y liberarse.
El duelo nos recuerda que no somos dueños del tiempo, pero sí de la forma en que decidimos habitarlo. — Júlia Pascual
Habitarlo, en estos casos, es permitir que la verdad ocupe su lugar sin destruirnos, sino ayudándonos a reconstruirnos desde la lucidez y la compasión
Júlia Pascual. Psicóloga sanitaria y coach en Barcelona.

